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Twitteratura: una iniciativa para descuartizar a los clásicos

NTERNET Y CULTURA
Twitteratura: una iniciativa para descuartizar a los clásicos


Twitter se ha convertido en la última moda de Internet. Es una manera de publicar –y seguir– brevísimos mensajes subidos a la Red. Ahora dos alumnos de la Universidad de Chicago comprimirán los grandes clásicos de la literatura –se menciona a Dante, Shakespeare, Stendhal y Joyce– en esos textos brevísimos llamados "tweets". La idea es reducirlos a 20 tweets o menos, es decir, a 20 oraciones de no más de 140 caracteres cada una. Serán publicados por la editorial Penguin. 
Por: Andrés Hax 
 

¿Twitter? Prólogo largo para un herramienta escueta 

Hace varios meses ya existe una nueva palabra para agregar al vocabulario esencial básico de comunicaciones por Internet (después de email, blogs, sms, chat...): la palabra es Twitter. Esencialmente, Twitter es una empresa (fundada en el 2006 por un tal Jack Dorsey) que creó una plataforma para compartir brevísimos mensajes en un sito personal de Internet, como si fuera un blog en miniatura. 

De hecho, el fenómeno se conoce como micro-blogging. La extensión de un post (la entrada o artículo que uno publica) en Twitter tiene un limite máximo de 140 caracteres, incluyendo espacios. Para tener una idea de la extensión, esta frase tiene exactamente 140 caracteres (incluyendo los espacios): 

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga a 

La interfase del sito tiene un contador que va descontando caracteres mientras el usurario escribe, y no permite la publicación del texto si se excede ese límite. Eso sí: en caso de querer incluir un link a una nota en otro sito online, el programa tiene una forma de abreviarlo para que no consuma tantos espacios. Cada uno de estos artículos se llama un tweet. 

Finalmente, la palabra Twitter significa gorjeo, el sonido crepuscular que hacen los pájaros en masa. 

¿De qué sirve este nuevo servicio de comunicación? ¿Puede servir para algo un sistema tan, tan rudimentario, abreviado y escueto? Sí. Por ejemplo, la semana pasada Twitter estuvo en la primera plana de varios diarios internacionales porque fue una de las pocas herramientas que logró superar la censura en Irán y enviar comunicados –al estilo periodismo participativo- sobre la realidad de los sucesos durante las disputadas elecciones en aquel país. 

Las Bellas Letras llegan a Twitter. El nacimiento de la Twitteratura 

Lo más fascinante de este experimento en vivo de comunicaciones es ver cómo se descubren nuevos usos para una herramienta aparentemente inútil. La última tiene que ver con la literatura y es la difusión de los clásicos a través de "tweets". 

La sucursal de Nueva York de la editorial Penguin acaba de anunciar el lanzamiento de un nuevo libro que combina la divulgación literaria con el fenómeno Twitter que llamará Twitterature, o Twitteratura. 

El libro Twitteratura comprimirá varios clásicos de la literatura universal a 20 tweets o menos. Los genios (o necios, según el criterio de cada quien) detrás de este libro son dos alumnos de primer año de la Universidad de Chicago, Alexander Aciman y Emmett Rensin (ambos de 19 años). 

Los jóvenes alumnos parecen estar más motivados por el dinero –y aprovechar una moda tal vez pasajera- que por la vocación literaria. Es inconcebible pensar qué valor agregaría leer La Divina Comedia de Dante en 20 frases de 140 caracteres. 

El libro será publicado en el otoño boreal. Mientras tanto, el resumen de esta nota (incluyendo El Aleph Twitterizado) se puede ver en el sito de Twitter de la Revista Ñ: http://twitter.com/revistaenie

"El Aleph" de Borges, en versión (libre) twitterizada
1. La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió noté que las carteleras habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios.

2. El 30 de abril era su cumpleaños; fui a visitar la casa de la calle Garay para saludar a su padre y a su primo hermano. Era un acto cortés. 

3. Viterbo murió en 1929; desde entonces, no dejé pasar un 30 de abril sin volver a su casa. Llegaba a las 7 1/4 y quedaban 25 minutos. 

4. Carlos Argentino es canoso, de rasgos finos. Ejerce no sé qué cargo en una biblioteca ilegible de los arrabales del Sur; es autoritario. 

5. Tiene grandes y afiladas manos hermosas. Algunos meses padeció la obsesión de Paul Fort por la idea de una gloria intachable. 

6. Lo evoco en su gabinete de estudio, como si dijéramos en la torre albarrana de una ciudad, provisto de teléfonos, de telégrafos, fonógrafos. 

7. Tan ineptas me parecieron esas ideas que las relacioné inmediatamente con la literatura. 

8. Le dije que por qué no las escribía. Respondió que ya lo había hecho: figuraban en un poema en el que trabajaba hacía muchos años. 

9. Le rogué que me leyera un pasaje, aunque fuera breve. Abrió un cajón del escritorio, sacó un alto legajo de hojas de block. 

10. El primer verso granjea el aplauso del catedrático, del académico, del helenista, cuando no de los eruditos a la violeta. 

11. Otras muchas estrofas me leyó que también obtuvieron su aprobación y su comentario profuso. Nada memorable había en ellas. 

12. Hacia la medianoche me despedí. 

13. Dos domingos después, Daneri me llamó por teléfono, entiendo que por primera vez en la vida. 

14. Pensaba publicar los cantos. Comprendí la singular invitación telefónica; el hombre iba a pedirme que prologara su pedantesco fárrago. 

15. El teléfono perdió sus terrores, pero a fines de octubre, Carlos Argentino me habló. Estaba agitadísimo. 

16. Ya cumplidos los cuarenta años, todo cambio es un símbolo detestable del pasaje del tiempo. 

17. Está en el sótano del comedor -explicó, aligerada su dicción por la angustia-. Es mío, es mío: 

18. Se refería, lo supe después, a un baúl, pero yo entendí que había un mundo. Bajé, rodé por la escalera vedada, caí. Vi el Aleph. 

19. ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? 

20. Vi el Aleph, desde todos los puntos, vi la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, sentí vértigo y lloré. 

21. Felizmente, al cabo de unas noches de insomnio, me trabajó otra vez el olvido.


Twitteratura: una iniciativa para descuartizar a los clásicos

http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/06/25/_-01946288.htm

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